Los refrescos y zumos envasados tienen un alto contenido en azúcares (glucosa, sacarosa y fructosa) y por ello se convierten en una fuente rápida y muy concentrada de calorías. Predisponen a la obesidad y al desarrollo de caries. Consecuencia de los azúcares que aportan, estas bebidas producen una elevación brusca del contenido de azúcar en la sangre con la consiguiente pérdida de apetito. No son, por lo tanto, los refrescos y los zumos envasados las bebidas más adecuadas para el consumo diario o frecuente por los niños y adolescentes y se debería limitar su consumo a ocasiones puntuales.
Las bebidas isotónicas, por su contenido de azúcar y sales, fueron diseñadas para ser utilizadas por los deportistas y deben ser utilizadas en ese contexto y nunca por los menores.
Es, por lo tanto, necesario promover las bebidas saludables entre los niños y los adolescentes y en esta categoría encontramos solamente al agua. En los últimos años ha aumentado considerablemente el uso de las aguas minerales envasadas sin que haya una justificación, desde el punto de vista dietético, para su consumo. Por lo tanto, la mejor opción sería siempre, por su calidad y precio, el agua del grifo.