¿Has oído hablar del “chemsex”? ¿Es realmente una moda, o no es novedad que sexo y drogas vayan asociados? ¿Llegará a España? ¿Es algo minoritario? ¿Es una práctica de alto riesgo? ¿Damos la voz de alerta, o no es para tanto?
Ya hemos superado la resaca del Word Pride, y llega el momento de reflexionar sobre toda la información que los diferentes medios de comunicación nos han hecho llegar a lo largo de estos 10 intensos días.
Por eso nos detenemos en el concepto de “chemsex”, dispuestas a rascar para ver qué hay realmente bajo esta práctica tan demonizada… no sabemos si alarmarnos y desempolvar nuestros conocimientos sobre drogodependencias, o calmarnos y seguir haciendo hincapié en la sexualidad responsable.
Por tanto, en esta entrada nos gustaría trasladarte todo lo que hemos oído y aprendido sobre esta práctica y que así podamos hacer una reflexión conjunta.
El término “chemsex”, literalmente Chemical Sex o Sexo Químico, se ha popularizado para referirse a las prácticas sexuales potenciadas por el consumo de diversas drogas y sustancias químicas. No se trata simplemente de consumir un psicoactivo antes de mantener relaciones sexuales, sino que se refiere a un tipo de fiestas, por lo general homosexuales (aunque por definición también puede incluir a bisexuales y heterosexuales), que pueden prolongarse durante mucho tiempo, incluso días, debido al consumo de estupefacientes.
Ya en 2015, el ‘British Medical Journal‘ se refería a este fenómeno en los siguientes términos: “chemsex se utiliza en Reino Unido para describir el sexo intencional bajo la influencia de drogas psicoactivas, sobre todo entre hombres que tienen relaciones con hombres”
Por tanto, no es ninguna novedad; en realidad el chemsex se inició hace años en Estados Unidos, extendiéndose poco a poco por las principales capitales europeas, en principio Londres y Berlín, dejando de ser ya una práctica minoritaria y llegando a España hace algo más de un año.
En estas “sesiones” de larga duración se consumen drogas en un contexto sexual con varias personas, ya sea de manera simultánea o secuencial. Las 3 drogas más usadas son: mefedrona, metanfetamina de cristal y el GHB (hidroxibutirato)/GBL (butirolactona), consumidas por vía inhalada, fumada o diluida en la bebida. También hay quienes recurren al “slam”, que consiste en inyectarse mefedrona para que el efecto sea más rápido.
Estas drogas desinhiben, facilitan una excitación sostenida e inducen una sensación de entendimiento inmediato con las parejas sexuales; en definitiva, se trata del carburante que permite que la sesión se prolongue durante mucho tiempo y los participantes puedan seguir el ritmo.
En España, 22 hospitales madrileños participaron en un estudio sobre el uso de drogas durante las relaciones sexuales, cuyos datos publicaron el 1 de diciembre de 2016. El informe revela que el 37% de los 511 varones gays infectados por VIH analizados lo han practicado alguna vez. Destacan también el aumento de las transmisiones de otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis o la gonorrea, e incluso las hepatitis B y C. De hecho, el 64% de los que confirmaron haber practicado chemsex tuvo sífilis en los días posteriores, y tres de cada 10, hepatitis, algunos de los cuales requirieron hospitalización.
El perfil del que practica chemsex en España es un varón con una edad media de 39 años, con empleo estable, un sueldo superior a 1.000 euros y con estudios universitarios.
No obstante, estas sesiones también se están volviendo populares entre los heterosexuales.
Según varios estudios presentados este año en el XVIII Congreso Nacional sobre el Sida y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) celebrado en Sevilla, las personas que se encuentran bajo los efectos de las drogas son más vulnerables a mantener relaciones sexuales no protegidas. No sólo estaríamos hablando de los efectos de la droga en el cuerpo y del aumento de las ITS, la práctica de chemsex de forma no segura también puede favorecer abusos sexuales, relaciones no consentidas explícitamente y problemas asociados al abuso de las drogas a medio/largo plazo.
No todos los consumos son problemáticos, pero pueden llegar a serlo; de qué depende, pues del motivo por el que se participa en estas sesiones y del modo en que se manejan tanto las drogas como las situaciones.
Algunos usuarios señalan que los consumos les ayudan a manejar sentimientos negativos, como la falta de confianza o de autoestima, la homofobia internalizada y el estigma por vivir con VIH.
Quizá la alternativa a todas las consecuencias negativas o el manejo del fenómeno chemsex pase por facilitar información que permita que el usuario de estas sesiones mantenga cierto control ante las situaciones de mayor riesgo, que son las que tienen que ver con el sexo desprotegido y el uso compartido de jeringuillas.
Si quieres conocer más sobre la reducción de riesgos, te recomendamos la página de Energy Control ( http://www.chem-safe.org/ )
Os dejamos un enlace y un video, el enlace es a un artículo por si queréis conocer más datos sobre el chemsex en España, y el video es un trailer de un documental grabado en Londres.
http://www.elmundo.es/sociedad/2017/04/08/58e8c68de2704e6b558b4593.html
ACCAS. Asociación Ciudadana Cántabra Anti Sida
Calle Ruiz Zorrilla, 12bajo 39009 SANTANDER.
942 31 32 32 / 629 452 984
www.accas.es accas@accas.es
Eva Mª Prado Cuervo
Psicóloga y Sexóloga ACCAS
657 936 295
psicologa@accas.es